Qué ironía. Abandonar un vicio cuesta tanto como olvidarse de un ser querido. Visto desde una óptica diferente, pareciera que el vicio nos toma tanto afecto que no nos puede dejar así, a la deriva con la realidad y el peligro constante de nuestro pensamiento.
Pobre el mal hábito; después de tanto tiempo y fiel compañía, incondicional ante todo. Nunca una queja, nunca un planteo, siempre dispuesto a complacer. Tan aferrado y tan parte nuestra; el hijo del exceso abandonado. Una lástima.
Oh, el desarraigo, triste condena de los vicios.
Ahí tienen una buena excusa. Ahora vayan, fumen tranquilos.
Pobre el mal hábito; después de tanto tiempo y fiel compañía, incondicional ante todo. Nunca una queja, nunca un planteo, siempre dispuesto a complacer. Tan aferrado y tan parte nuestra; el hijo del exceso abandonado. Una lástima.
Oh, el desarraigo, triste condena de los vicios.
Ahí tienen una buena excusa. Ahora vayan, fumen tranquilos.