7.6.05

Qué ironía. Abandonar un vicio cuesta tanto como olvidarse de un ser querido. Visto desde una óptica diferente, pareciera que el vicio nos toma tanto afecto que no nos puede dejar así, a la deriva con la realidad y el peligro constante de nuestro pensamiento.

Pobre el mal hábito; después de tanto tiempo y fiel compañía, incondicional ante todo. Nunca una queja, nunca un planteo, siempre dispuesto a complacer. Tan aferrado y tan parte nuestra; el hijo del exceso abandonado. Una lástima.

Oh, el desarraigo, triste condena de los vicios.

Ahí tienen una buena excusa. Ahora vayan, fumen tranquilos.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

es lo más difícil que te puedas imaginar tener que abandonar a la idea de que aquello que te hizo tanto bién o te brindo tanto placer ya no esté ... por el simple hecho de que obviamente hablando de vicios ...te hace mierda... y hablando de alguien... es aún peor... y te agarran días en que no querés ni gastar saliba en una palabra... en que ya nada te importa y todo vale tan poco...
ahora y por este medio te terminas de dar cuenta el porque de mi ayer...
ale

4:08 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hola !

9:50 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home