26.5.05

Cuanto menos piensa y más plácido vive, al moverse la foto en un tímido cambio, el humano encuentra verdad, y esa costra que trae lo cotidiano desaparece un momento. Y vemos.

Trato mal a mi madre. De la peor y más denigrante forma: frente a las demás personas que por lo general comparten su tiempo con el nuestro. Ante extraños y anónimos entes que van y vienen por el día y se llevan nuestras acciones. Grito, discuto, la humillo, juego a maltratar su moral en cada ocasión que se presenta.

Pequeño paréntesis. Tanto mi madre como yo somos de carácter fuerte, impulsivo, con tendencias casi idénticas (los que crean en el horóscopo y la astrología tendrán bastante al saber que cumplimos años con un día de diferencia y somos de escorpio, ese signo al que la gente responde con caras de algo por el estilo). Vaya otra pequeña pero no menos importante aclaración, no hay odio en nada ni nadie; nuestra relación es muy cercana, ya que mi padre está lejos y fui criado a la fuerza, como la vida ha ido saliendo. Somos idénticos, diferentes al mismo tiempo; y por decirlo de alguna forma, siempre competimos, discutiendo, gritándonos, con la interminable necesidad de cambiarle un poco la cabeza al otro y dar por el piso con todas sus ideas. Eso es lo que hacemos, en lo que nos hemos convertido: antagonistas. Mal que nos pese, es nuestra forma de demostrar cariño mutuo.

Trabajo atendiendo al público en un local que ofrece internet, o lo que todos llamamos ciber; gente va y viene todo el tiempo, encontrándose con alguna que otra escena entre los dos. Las expresiones resultantes, todo un abanico de ellas. Anoche una amiga muy cercana, Alejandra, fue testigo de uno de estos momentos, y no dudó en remarcarme lo que estaba haciendo con mi madre. En un instante preciso llegué a sentirme basura en su estado más puro; luego pensé en otra cosa. Porque lo que he redactado hasta aquí es la excusa a lo siguiente.

En toda mi vida, en todo el tiempo que venimos tratándonos así con mi madre, la única persona que alzó la voz para exponer su pensar, ha sido Alejandra. Esto no sólo bien habla de ella, sino que me lleva a pensar en los demás. En la inacción de la gente, en la hipocresía, la falta de compromiso; los monos que no ven, no oyen y no hablan. Ese estigma que llevamos encima, esa forma que nos han enseñado, la de no entrometernos para no buscar problemas, y de esa manera alejarnos más de lo que más importa, el otro, el que tenemos al lado o más allá. Aquel que de una manera u otra fuimos, somos o seremos.

No intento redimir mis acciones con lo que digo. Me doy asco; pero más asco me da el mundo. Una vez resueltas las cuestiones individuales, son libres de extenderse a lo colectivo.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

La verdad que no sé si por tratar, como vos decis, de preocuparse por el otro por el de más allá que es en definitiva el que en realidad importa,me va como me va... es ahi cuando mi vieja dice: por algo te pasa las cosas que te pasan y llegas al limite con todo el mundo... pero es algo que yo no lo puedo evitar... tal vez porque alguna vez alguien lo hará por mi... o no...cuestión que las fuerzas se acaban cuando terminas haciendo que la gente no valora... y te dejas estar ...
ale

10:45 p. m.  

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